Entre la estrategia y la acción

Yenisel Osuna Morales

 

(Incluye fragmentos del texto “En torno a Laboratorio Arte en Confinamiento”, por Yenisel Osuna Morales publicado en Foro Cubano Vol. 3, No. 22, 2020).

 

Prólogo

 

Seis siglos atrás las comunidades aborígenes en Cuba vivían en armonía con la naturaleza. Hablamos de una Cuba rodeada de bosques y tierras vírgenes. De comunidades que aplicaban una incipiente pero sostenible agricultura. De una armonía que se fracturó tras la dominación colonialista que España impuso a nuestra Isla. Cuatro siglos de explotación, tala indiscriminada de árboles, quema de residuos, pérdida acelerada de materia orgánica de los suelos, la mitad de nuestros bosques desaparecidos. Como neocolonia, cincuenta y siete años bastaron para quedarnos únicamente con el 14% de área boscosa. Un período del que heredamos además, las secuelas nefastas del monocultivo.

 

Todo este impacto brutal sobre el Archipiélago pudiera tomarse en cuenta para prologar la historia de la agricultura cubana en su adversidad, y habría que añadir el período revolucionario con sus limitantes sobre la producción agrícola. Seis décadas han transcurrido desde entonces.

 

Período especial. Iniciativas

 

Ocurrió la súbita interrupción de las importaciones provenientes de la Unión Soviética y el fin de muchas bonanzas que esta nos proveía. Para afrontar el desmembramiento y el desamparo económico al que se vio expuesto nuestro país se experimentaron modificaciones agrarias que surgieron, en primera instancia, de forma espontánea, y colectiva, como respuesta popular ante la crisis alimentaria que sufría la población. Entre 1993 y 2005 los propios ciudadanos iniciaron y mantuvieron vigentes métodos de la agricultura urbana y familiar, que si bien no lograron solventar los problemas alimentarios, sí devino una experiencia emprendedora y ejemplarizante, demostrativa de la eficacia y empuje de las acciones civiles. Lamentablemente los huertos urbanos más pequeños surgidos en este período ya no existen, pero sí algunas de las granjas peri-urbanas mejor instauradas, cuya producción puede considerarse, incluso hasta hoy, rentable.

 

Por su parte el Gobierno cubano también emprendió acciones para afrontar la crisis, creando las Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC), organizaciones que demostraban la validez de una producción ramificada y a pequeña escala para alimentar a la población, al tiempo que revertían la tendencia a una estatización de la tierra y su centralización dentro del sector estatal.

En años ulteriores sucedió la Reforma Agraria del 2008. Pequeños agricultores, personas naturales, organismos, empresas, desde ese momento tuvieron prácticamente libre acceso a tierras en usufructo. Un millón de hectáreas fueron entregadas por el Gobierno.

 

Los lineamientos

 

La necesidad de poner atención a acciones encaminadas a una mejora de la que urgía (urge) nuestra agricultura se ratificaba en un proyecto de lineamientos de la política económica y social, esbozado el 1ro de noviembre de 2010 en preparación del VI Congreso del Partido. Se planteaban aspectos prometedores como: bajar los costos de producción y encaminarse a la utilización de biofertilizantes y productos similares, a partir de la aplicación de la ciencia y la técnica; independizar las distintas formas cooperativas de la intermediación de empresas estatales; reestructurar el actual sistema de comercialización de los insumos y equipamientos; modificar el sistema de acopio; poner en práctica un programa de agricultura suburbana extendida a lo largo del territorio cubano. En definitivas, ir sustituyendo paulatinamente, las importaciones de los alimentos por aquellos que puedan ser producidos en el país.

 

El escenario real

 

Panear la historia nos coloca entonces en un terreno de incertidumbre. Caemos en cuenta de la inexistencia de resultados sobre el tema que sean estables, coherentes, satisfactorios, que nos expulsen decididamente de la casilla de la posibilidad. Continúa siendo la agricultura un sector pendiente de desarrollo, limitado por implicaciones multifactoriales, algunas de índole climática, otras donde el punto de mira se ubica en el propio hombre, comprendiendo la cultura y política a la que sus acciones se supeditan.

 

A la altura del año 2020 se habla de suelos erosionados, bajos en nutrientes, por el mal manejo del riego o el uso excesivo del arado; de grandes extensiones de tierras inactivas o subutilizadas por falta de tecnologías e insumos apropiados o debido a daños de tipo medioambiental. De 11 millones de hectáreas que posee el territorio cubano, 6 pueden considerarse agrícolas, de ellas solo se utilizan la mitad: menos de un tercio de la superficie del archipiélago[1].

 

Se ha planteado también acerca de la inseguridad en la tenencia de las tierras; los incoherentes precios que impone Acopio[2] al campesino; las dificultades burocráticas para establecer canales seguros de comercialización. Persiste, asimismo, la incapacidad de muchas granjas campesinas para organizar cadenas de valor que provean y distribuyan los productos agrícolas sin llegar a una inflación de sus precios, a menudo triplicándose o cuadriplicándose una vez que estos llegan a los puestos de venta en el país[3]. Las limitaciones del transporte para distribuir los alimentos y los pagos desestimulantes a los productores son también agravantes que, entre otras, no permiten, una expansión y diversificación de la productividad.

 

Lograr un cambio de perspectiva hacia una agricultura efectiva, deberá implicar la puesta en marcha de estrategias innovadoras, apoyadas en lo multisectorial. Que el factor educativo, para la conformación de un estado de conciencia realmente profundo, sea un aspecto de reflexión y de prioridad. Que vaya de las capas sociales y políticas más externas hacia los centros mismos de las comunidades, en una relación de implicación e intercambio y con una imbricación coherente de los objetivos sociales, ambientales, encaminados, en lo fundamental, hacia una calidad de vida próspera y responsable. 

 

Es sobre esta línea de pensamiento que se ubica Envolving Natura. Un proyecto de arte concebido por Samuel Riera y Derbis Campos, el cual ─ de cara a los desafíos sociales que impuso las condiciones de confinamiento por la COVID-19 ─ invita a repensar sobre problemáticas de urgencia como la agricultura ecológica, el cambio climático y sus implicaciones sociales en un contexto fundamentalmente cubano.

 

Involucrados en las acciones de recolección de semillas, estos dos creadores comenzaron a preparar brotes de legumbres, verduras y hortalizas.

 

Ahora, lo que vemos crecer en Riera Studio no son cultivos de una huerta común. Las germinaciones (…) han requerido un esmero extraordinario. Se ha tenido en cuenta, no solo lo relativo al crecimiento de las plantas, en términos de agua, sol, trasplantes. Sino, que han debido considerarse condiciones especiales de espacio, exposición al sol, a la humedad, condiciones especiales para el riego, siendo imprescindible velar por el comportamiento de estos cultivos en lugares tan inusuales como una mesa de estudio, dentro de estructuras de madera o sobre mallas enmarcadas como una pintura tradicional. En definitiva, ha sido necesario fijarse en todos los detalles para que el desarrollo de las germinaciones se lograra con los niveles de belleza y regularidad que ostentan y para que, después de alcanzar esa belleza y regularidad se pudiera esperar de ellos el alimento deseado, que a la postre, de eso también se trata.

 

(…) el hecho de relacionar los cultivos con la arquitectura fractal origina asimismo, una dimensión didáctica del proyecto (atendiendo al carácter de ensamblaje y desmontaje de las estructuras de maderas a las que se adhieren los cultivos) encaminada a sugerir formas simbólicas de un tipo de convivencia armónica y respetuosa, entre el habitad humano y el habitad natural. Una conjugación de los valores estéticos, didácticos y reflexivos que contempla Envolving Natura desde los inicios de su gestación.

 

Envolving Natura encuentra antecedentes en otro proyecto llamado Picturing Climate, encausado en el 2019 en colaboración con un grupo de artistas, activistas e investigadores de Reino Unido, Bosnia-Herzegovina y Jordania, donde el ejercicio artístico giraba también en torno a problemáticas de tipo agroecológico y medioambiental. Apoyados en las ciencias humanísticas y utilizando metodologías del arte, en esta ocasión desarrollaron una serie de acciones con niños de escuelas primarias a los que enseñaron nociones básicas sobre la agricultura urbana, su importancia y métodos para ponerla en práctica, gesto que conseguía su sentido más completo en una huerta que quedaba preparada y al uso dentro de la escuela.

 

(…) a pocos días de iniciarse el período de confinamiento en Cuba, comenzó la preparación en Riera Studio de los primeros brotes de lentejas. Samuel y Derbis se afanaban al tema ecológico y a la agricultura urbana con una conciencia otra, pues (…) los brotes concebidos eran alimentos que fueron desapareciendo súbitamente de los puestos de ventas del país.

 

Es este un proyecto artístico que arroja luz sobre varias consideraciones. Por una parte, constituye una reflexión acerca de la importancia en términos ambientales y económicos del cultivo orgánico de alimentos; por otra, hace pensar en la historia, en sus conexiones, en la Cuba de los 90 y la Cuba de la COVID-19, en la escasez de alimentos, en las alternativas que siempre se alojan en la mente del hombre, sino como opción resolutoria, al menos como esperanza o como ilusión.

 

Sucede –parafraseo a Borges─ que los hombres cuentan con un tesoro intacto y secreto que les permite en cualquier situación, sea esta un problema personal o mundial, contemplar siempre soluciones elocuentes. A ese tesoro intacto y secreto, que no es otro que la esperanza, y a esas soluciones elocuentes el hombre se ha aferrado hoy como hacía mucho tiempo no había tenido que hacerlo.

 

Yenisel Osuna Morales es historiadora de arte y escritora   

 

[1] La Agencia de Medio Ambiente en el año 1997 consideró la degradación de los suelos como el principal problema medioambiental que tiene Cuba. Se apunta que el 75% de los terrenos del país se encuentran afectados por al menos algún factor limitante de su productividad. Muchas de las causas derivan de circunstancias ambientales que afectan a Cuba y al planeta. (Tomado de: Gabriela M. Fernández. ¿Son productivos los suelos en Cuba? OnCubaNews. 8 Mayo 2015.)

[2] El Sistema de Acopio de productos agrícolas, especialmente de viandas, hortalizas y granos, conocido a veces simplemente como “Acopio”, se inició como Empresas Provinciales de Acopio, subordinadas a los órganos del Poder Popular (órgano de la administración pública del gobierno de Cuba). En 1986, con la eliminación del Mercado Libre Campesino, estas empresas se incorporaron al Ministerio de la Agricultura, creándose la Unión Nacional de Acopio, mediante el cual se adquieren productos agrícolas por compra directa o contratación y se distribuyen o comercializan en forma mayorista o minorista.

[3] Las granjas familiares y los horticultores periurbanos produjeron en el 2016 entre el 63% y el 86 % de los principales cultivos nacionales de Cuba. (Tomado de: Louis Thiemann, Max Spoor. Beyond the “special period”: land reform, supermarkets and the prospects for peasant-driven food sovereignty in post-socialist Cuba (2008–2017). Canadian Journal of Development Studies, 40:4, 546-563, 2019.)